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En cualquier encuentro, ronda, espacio de laburo o en una simple reunión; las mujeres nos potenciamos.
Abrimos nuestro corazón, compartimos experiencias y con solo mirarnos la sintonía de complicidad es inmediata.
Solo nosotras conocemos los sentimientos profundos de transitar una vida de esfuerzo, desigualdad, miedo, opresión, abusos, precarización, y exclusión de muchos espacios de los que frecuentamos. Siempre con la sensación de pedir permiso y de tener que demostrar el doble, en todo, para ser valoradas.
No está en equilibrio la balanza para nosotras, y durante muchísimo tiempo naturalizamos este hábito impuesto y promulgado por una sociedad con mandatos heteronormativos, puestas a prueba a cada paso.
Intentando llevar una vida armoniosa entre la vocación, profesión y los cuidados de la familia y la casa – que recaen en nosotras en más de un 80 por ciento – se nos pasa el tiempo y en muchos casos la vida entera.
Es momento de identificarlo para comenzar a cambiarlo y no silenciar por un segundo más nuestras emociones y realidades que son muy distintas al automático privilegio en el que viven la mayoría de los varones.
Señalar esto es una manera de empezar a cuestionarlo y preguntarnos cómo queremos vivir a partir de ahora.
No estamos solas porque nos tenemos, y esta red que conformamos, de ayuda, apoyo, solidaridad y escucha, es lo que nos está transformando.
Bienvenidas sean las valientes que rompen con los moldes, lo establecido y lo ¨esperable¨ de nosotras, hermosas y corajudas mujeres.
Esta fuerza que somos, capaz de transformarlo todo, nos potencia en la medida que estamos unidas, organizadas y con la apertura, de todos los días en cada minuto, para animarnos a salir de esos lugares impuestos por una sociedad que ya está en transición hacia un lugar más luminoso y amoroso.
Como todo proceso lleva tiempo, y en el medio las resistencias del sistema que no se quiere cuestionar, ni dejar sus privilegios lo vemos claro, pues su violencia y miedo se refleja en nuestros cuerpos.
En lo que va de este 2021, tenemos 103 mujeres asesinadas en manos de un hombre. 4 trans feminicidios. 79 intentos de femicidio.
A pesar de las reiteradas denuncias y de las perimetrales, no existe empatía alguna por parte de la lenta justicia y los parches que propone el Estado, son insuficientes. Es su responsabilidad protegernos y pensar en políticas públicas urgentes respecto a este tema.
Estos datos del registro nacional de femicidios, computados desde el 1 de enero al 31 de mayo de este año, nos demuestran que cada 35 horas se comete un femicidio en el territorio argentino.
Aproximadamente 80 niñxs perdieron a sus madres este año.
Cómo no vamos a estar unidas para protegernos entre nosotras? Para articular entre las organizaciones y agrupaciones que están en los territorios?
Es imperioso que estemos unidas y despiertas. Dispuestas a hablar y permeables a escucharnos. Trazar redes entre nosotras es lo que nos enseña a reconectar en esa fuerza ancestral que supimos lograr, compartiendo saberes, ayudándonos entre nosotras y apoyándonos para crecer y lograr el bienestar que merecemos, como trabajadoras, madres, compañeras pero principalmente como seres humanos.
Nos abrazo a las que estamos unidas en la lucha de crecer y repensarnos para forjar un nuevo paradigma y a las que no todavía, aquí está abierta la invitación.
Las que todos los días, con creatividad y supervivencia salimos a pelearle a este sistema, misógino y patriarcal, desde cada uno de nuestros lugares.
Nos felicito por la fortaleza de nunca bajar los brazos y no olvidemos que siempre hay una amiga en quien confiar.
Este 3 de junio recordemos a las que ya no están para confirmar porque seguimos luchando.
Ni una menos! Vivas, libres y desendeudadas nos queremos
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