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En la mayoría de los países de América Latina y el Caribe, la proporción de mujeres graduadas de carreras CTIM no supera el 40%, según datos de las Naciones Unidas. Además, 4 de cada 10 mujeres en la región no están conectadas o no pueden costear una conectividad efectiva en términos de acceso a Internet, disponibilidad de dispositivos y habilidades básicas para su utilización. Específicamente en Argentina, según refleja una encuesta realizada por OpenQube en 2022, el 76,95% de las personas que trabajan en el sector IT son varones cis.
Estos son solo algunos de los datos que reflejan una de las principales problemáticas en materia de desigualdad de género: la brecha digital. En un mundo en el que la revolución digital es ya una realidad, el menor acceso de mujeres y niñas a las ventajas de esta transformación profundiza las ya existentes brechas laborales, sociales y económicas.
Sin embargo, la brecha digital no se da únicamente por la falta de acceso de las mujeres a las tecnologías o a estudios en la materia, sino también por la baja representatividad del género femenino en puestos de liderazgo en empresas y áreas de tecnología e innovación: datos del Foro Económico Mundial arrojan que sólo alrededor del 24% de quienes lideran estos sectores son mujeres.
Los motivos de estas desigualdades son múltiples y complejos. Sin embargo existe una causa de base sobre la que, como sociedad, podemos impactar: la poca presencia de mujeres que estudian carreras en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, que es del 35%, de acuerdo con datos de la Unesco. Estudios demuestran que este aparente desinterés del género femenino por temas STEM no es tal, sino que es producto de un sesgo que se instala desde temprana edad: las niñas asocian a este tipo de carreras con la inteligencia y a la inteligencia, con ser hombre.
De aquí que el principal trabajo que debemos hacer es incentivar el interés de las niñas por la ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas. Para esto es necesario dar visibilidad a mujeres referentes en la materia a través de los medios de comunicación, pero también en películas y series ya que, dando a conocer estos “modelos a seguir” se fomentan las vocaciones científicas en las niñas.
Además, necesitamos una articulación público y privada que permita avanzar hacia la autonomía de las mujeres en la era digital, incorporando la perspectiva de género en la transformación de la matriz productiva y en la digitalización de los sectores dinamizadores de la economía. También es necesario diseñar sistemas integrales de cuidado universales que promuevan una mayor inclusión digital de las mujeres, disminuir las brechas digitales de género para potenciar la autonomía y la participación de las mujeres.
En línea con las tendencias hacia la digitalización y en miras de colaborar con la reducción de la brecha de género digital, Mediapila inauguró en 2021 su curso anual de tecnología, con capacitaciones que buscan formar en programación a mujeres de entre 18 y 25 años que viven en situación de vulnerabilidad y son recientes egresadas del colegio secundario.
Una de esas mujeres es Olenka Jarramilo, de Perú, egresada 2021 del curso de programación de Mediapila. Actualmente se encuentra estudiando la tecnicatura en desarrollo de software, para seguir formándose en el rubro de la tecnología.
“Conocí la fundación Mediapila y me abrió una puerta a conocer el mundo IT, acompañada por una red hermosa no solo de mujeres que como yo buscaban un nuevo camino sino también de un equipo que siempre dio lo mejor de sí”, explica Olenka.
Actualmente la fundación Mediapila impacta por año a más de 300 mujeres jóvenes en tecnología, buscando reducir la brecha digital de género y que cada vez más mujeres conozcan las posibilidades que las carreras STEM tienen para ofrecerles.
Por Sofía Sterin, voluntaria de Mediapila.
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